Sala 2
De los orígenes: la danza entre velar y develar
Cuando fui invitada a hacer esta exposición, la primera imagen que me llegó en un sueño, fue la de un velo penetrable que el espectador puede atravesar y verse reflejado sobre unos espejos que están frente a él. La obra emergió en mi sueño con todo y nombre: “De ser dibujo”.
Pretendo que la experiencia del espectador pueda evocar en él/ella la sensación “de ser dibujo”, que se disuelva metafóricamente en los velos y las marcas dibujadas en ellos para visualizarse a sí mismo/a como dibujo.
Esta idea es prácticamente una encarnación literal de una experiencia de hace algunos años, la cual en ese momento no logré articular en palabras.
A pesar de que las imágenes que dibujo o pinto me representan individualmente, estas imágenes tienen una correspondencia con el proceso arquetípico universal de sufrimiento, duelo, desmembramiento, re-membramiento, re-integración y transformación.*
Gracias a estas imágenes pude discernir, diferenciar, descifrar sensaciones que no tenía consciente.
Esta es la primera vez en que en mi obra aparece la imagen del espejo. Indudablemente, mi experiencia de este extraordinario espacio, la Celda Contemporánea del Claustro de Sor Juana, con su ventana arqueológica y el efecto del reflejo, detonó en mi interior una forma de tender un puente desde mi inconmensurable experiencia hacia la realización concreta de mi obra.
En “Autorretratos con poco espacio”, cuatro piezas de grafito sobre lino preparado, donde muestro unas columnas en las que se encuentra una reducción de la corporalidad, y “Autorretrato de ti”,* políptico formado por ocho piezas, se deposita este anhelo de compartir el ir y venir de mis procesos de desmembramiento y re-integración, de duelo y vida, durante mi propia proceso de individuación/transformación.
* Como escribiera San Agustín: Noverim te, noverim me: “Déjame conocerte, déjame conocerme”